> Texto de Juliana Iriart
¿El tiempo puede morir? Me pregunté cuando Mariana me contó el título de su muestra. Hablando con ella sentimos que muere cuando no lo usamos como queremos, cuando quedamos suspendidos viajando en trenes, autos, micros, esperando entre una cosa y otra. Es como que muere un tipo de tiempo y empieza a vivir otro, ese tiempo que existe a través nuestro y nos une a todo.
Pellejero sostiene una práctica. ¡Va, hace, derrite, mezcla, golpea!
¿Qué necesita una piedra? absolutamente nada. ¿Qué necesita el mundo, el planeta, el cosmos de las personas? nada de nada nos necesita, más bien nosotrxs nos hacemos necesitar y necesitamos, y acá estamos, damos, recibimos, esperamos, creamos… Igual me gusta pensar que para algo estamos acá, ¿estaremos para crear historias?, ¿relaciones?, ¿Existe algo más que las relaciones?. Lo cierto es que con esta fuerza imparable de sentido nos vinculamos con la vida y así hacemos aparecer lo que existe en este mundo.
Mariana, a puros martillazos, moldea con su fuerza constante, un metal más o menos blando, hasta que toma la forma de lo que cubre, en este caso, piedras de las sierras de Tandil, Balcarce y Mar del Plata. Algunas son de extracción humana, otras son gotas cristalizadas de lava muy antiguas, pero todas están acá, en este presente que compartimos, y ella las deja existir así como vienen existiendo, pero nos trae una copia, nos muestra sus formas, sus fronteras llenas de texturas. Mientras allá, en las sierras y el mar, siguen las piedras, pasando el tiempo.
También están lo que la artista llama "paisajes para las piedras” , pinturas hechas con pastel de cera que ella misma prepara para luego depositar capa tras capa sobre las telas. Otra vez la temperatura y la presión forman parte del proceso, lo que fue blando se solidifica y se presenta estable y permanente. El recuerdo de la humedad sigue brillando en sus trabajos después de ser lustrados.
Hay mucho más para descubrir estando entre sus obras, que aparecen gracias a su voluntad pero nos sumergen en aromas ancestrales, climas que vivieron los átomos antes de ser nombrados y que nuestros cuerpos guardan en alguna de sus memorias. El paso del tiempo está garantizado, lo que hacemos con él puede llenarnos de lo que realmente necesitamos.
Juliana Iriart, Julio 2023
> Reseñas
reproducción para la continuidad de la presencia, por Juan Simonovich, septiembre de 2023