QUIÉN SOY DESPUÉS DEL MIEDO
Antonella Agesta
En colaboración con Ungallery
11 de mayo al 29 de junio 2024



> Texto por Diana Teira

    Se muda tu mama después de divorciarse de nuevo, vas a su casa (una en la que viviste en tu adolescencia) y la ayudas mover las cosas. Y ahí lo ves, guardado entre las cajas de cartón. Era un cajón de tu mesa de luz que entero lo metiste en una bolsa de COTO cuarteada por el tiempo, por los leves mordiscos de las polillas que no se les animaron a sus polímeros. Adentro ya sabes lo que hay, ni te queres molestar en revisar, unas hebillas de mierda que nunca te agarraban el pelo, una tobillera de macramé. Un montón de boletos en papel, ya desteñidos. Entradas y algún flyer de una de esas bandas de amigos que te volvían loca y ya no mas. Un número de teléfono anotado en un palito de helado. Una lima gastada. Esa carta de amor que te hicieron y vos de lastima no tiraste hasta hoy. Menos mal que también esta esa cadenita de oro que te robaste, o eso le decías a tus primas, que eras mechera (ni ahí, sos medio cagona). Esa la vas a agarrar. *

    Invertís el contenido, usando un gesto al revés que cuando vaciaste el cajón en primer lugar. Sobre todo, hay gris polvo. Remolinos de nada que vuelven difusas todas las cosas. El brillo está agotado, pero es más fácil de identificar que el resto. La cadenita de oro intacta.

    Hace calor y estan esperando el corte de luz. Ya esta todo embalado, tiraron la mitad de las cosas. Hablan de que no te vas a llevar nada, ni la licuadora, es al pedo, la vas a terminar tirando y es re linda, dejala, dásela a Romi, para que si ni se cocina, es mas viva y la va a terminar vendiendo por mas plata, igual me llevo la cadenita esta, es de oro, es de bautismo, no parece es mas grande, me la regalaron, no me acuerdo, no ma no te acordas todo lo que me regalaron, no pero una cadena de oro me acuerdo, se la cambie a Lauti el de la vuelta, el colorado, el colorado quería un pico se lo di por la cadena, no lo vi mas, lo tengo en Instagram pero no sube nada asi que no se en que anda, pero entonces no es un regalo, bueno un trueque, si pero anda a saber por ahí era de bautismo y el te la dio y la madre la andaba buscando… y siguen y seguimos y seguiremos.

    Estas son las imágenes que más nos aman. Historias fragmentadas que nos contamos más o menos, sentimientos que traficamos con gestos (dedos de nuestras manos, señas mansas o bravuconadas) a ver si nos hacemos el lugar para escucharnos y expresarnos. Son las imágenes que nos devuelven algo de nosotrxs en otrxs, un misterio intimo que se te aparece como todas tus cosas volcadas sobre la cama luego de dar vuelta el cajón de tu adolescencia. Ese misterio es íntimo, sí, pero también es un fervor colectivo, el reconocimiento de un misticismo efímero de constelaciones desordenadas que compartimos con nuestras amistades.

    Estas de frente a una pintura de Antonella y son como verse en un espejo. No por el reflejo, si no por el instante, el momento presente donde se posan tus ojos y te deja ver lo que hay del otro lado. El recorrido que lleva a esos personajes a estar ahí no es el mismo que te llevo a vos. Pero hay un punto de contacto y empatía en esa superficie plagada de objetos que no encajan. Como en los sueños, vas sorteando cada contradicción para poder sostenerte el mayor tiempo posible contemplándote ser eso que queres ser, que se te parece y esta frente a vos.  Asi como no sabes cual es la ficción que precede al encuentro en el reflejo, tampoco esta clara cuales van a ser sus repercusiones. A donde te va a llevar la revelación solo lo vas a saber en un futuro, cuando des vuelta un cajón y te encuentres con los restos de este mismo encuentro. 

    Seguis frente a una pintura de Antonella. De tu cuello cuelga una cadena de oro que sostiene un relicario. Estaba cerrado, durmiendo, pero como tus ojos se abre para mirar y ser mirado.

    *Otra cosa que había en el cajón era un cuatro de copas que levantaste de la basura un día que volviste de un desaire romántico con alguien.  Un joven contempla las posibilidades frente a sí, pero la mirada se vuelve hacia su interior para hallar la respuesta, representada como la cuarta copa extendida en los cielos.


> Reseñas

. Mapa visual para perder la ilusión, por María Gabriela Cisterna, Revista Ñ Clarín
Galería Grasa - Santos Dumont 3703 (CABA, Buenos Aires, Argentina) - info@galeriagrasa.com